Napoleón Bonaparte era de origen italiano y pretendía imperar en un mundo tan francés como sus conquistas pudiesen permitirle; Adolf Hitler era austríaco y deseoso de ser un buen alemán luchó toda su vida por crear la raza aria, lo que se tradujo en un holocausto. En la actualidad, Nicolás Sarkozy, de ascendencia húngara, lucha con todas sus fuerzas por demostrar al mundo cómo debe ser el arquetipo francés, aunque ello suponga otra diáspora. En Cataluña, José Montilla, político nacido en Córdoba, anhela por encima de todas las cosas ser catalán por lo que establece desde su presidencia cómo ha de comportarse todo el que deba serlo.
¿Qué tienen en común todos estos personajes? Comparten una visión etnocéntrica del mundo y cierta incapacidad para comprender a los demás. Por eso, decir a los que han despreciado a Carmen Laforet, a Juan Marsé, a Ana María Matute, a Mendoza, a Montalbán, etc., por escribir en español cuando según ellos debieron hacerlo en catalán, que no teman: la obra de estos escritores es tan extraordinaria que no pertenece a nadie, porque pertenece a todos.
Ruiz, me atreveré a opinar aquí, con permiso. A primera vista debe incluirse, como has hecho, al francés en este escrito. Pero personalmente no lo tengo tan claro. No gustándome 'la escena' por decirlo así, sí 'me alegra' que alguien haga algo. Yo estos últimos años pienso que hemos pasado del defecto al exceso con respecto a inmigrantes en general, indeseables en concreto y muy especialmente (no es el caso) con el Islam.
ResponderEliminarEs mi opinión tal como lo siento.
Saludos
Hola Carlos, eres libre de opinar en mi blog sin problema. Ýo en este sentido sigo a Fernando Savater que distingue entre inmigrantes (que en cierto aspecto somos todos, yo mismo estoy por emigrar dado el panorama) e invasores (extranjeros que apuestan por el crimen y que minan la convivencia con sus actitudes delictivas). Sobre estos últimos sí debería existir control porque sus fechorías nos afectan a todos. Saludos.
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