No a la Ley Sinde

domingo, 16 de diciembre de 2012

De deslenguados


A todos los catalanistas (imaginando que el signo implique referente): me parecen muy hermosos sus sentimientos (¡Qué hermoso es todo lo que hay en la vida: las mariposas, los cangrejos, los zapatos hechos a medida, las lenguas, etc.!) Pero la libertad de los padres a escolarizar a sus hijos en español está por encima de cualquier sentimiento que tengan de tipo nacionalista. Escudarse en el amor hacia una de las lenguas que hablan no justifica, jamás, que saquen del sistema a aquellos que constitucionalmente tienen derecho. Por cierto, los Gobiernos no están para legislar sobre sentimientos (parece mentira que haya que recordarlo), sino para defender los derechos de todos sus ciudadanos ante cualquiera que en nombre de una falsa inmersión intente violarlos.

jueves, 21 de junio de 2012

La realidad española

Lo único que se puede inferir de los acontecimientos sucedidos desde el Franquismo, pasando por la Transición española, y llegando a la actualidad es esto: a los gobernantes les sobra la ciudadanía. Lo único que quieren de nosotros son tres cosas: que paguemos impuestos, que los votemos y que los dejemos deshacer a su gusto (salvo UPYD ningún grupo político ha hecho algo verdaderamente digno de mención).

A Rajoy le molesta tener que dar explicaciones, es como si no nos debiera nada, como si ser Presidente de un país no fuera consustancial a la ciudadanía, más bien circunstancial, un hecho fortuito que persiste para su desgracia. Y ello a pesar de todas las medidas que se han tomado: sistema electoral que no refleja la realidad, desconvocar el Debate sobre el Estado de la Nación, que el empleo dependa íntegramente del Estado, politización de las Cajas de ahorro, politización del Poder judicial, etc.

Ayer me decía un amigo: "la política se está desmoronando, les estamos viendo las caras".  Y es verdad que ya no se ocultan como antes, pero porque no pueden gracias a fenómenos como internet o la globalización. Yo sólo espero tres cosas de los políticos: que caigan pronto, que se aparten del camino de los españoles y que devuelvan lo que nunca les ha pertenecido: nuestra libertad.

martes, 5 de junio de 2012

Brevedades


Desconfía del filósofo amante de neologismos con guiones. Por lo general, estos neólogos abusan de la paciencia de sus lectores.

domingo, 3 de junio de 2012

Al César lo que es del César...



Al igual que el sindicalista Braintree, el personaje chestertoniano que descubrió que tenía más en común con los ricos que con los pobres, los españoles vamos descubriendo poco a poco que tenemos más de pobres que de ricos. Según el filósofo español con residencia en Alemania Heleno Saña, haciendo honor a su apellido, la izquierda es el reverso de la Iglesia: las dos instituciones buscan, por medio de homilías, hacer sentir mal al español de a pie con discursos morales en los que como poco nos sugieren que hemos gastado más de lo que debíamos, que hemos estudiado más de lo que debíamos, que hemos comido más de lo que debíamos, que hemos trabajado menos de lo que debíamos, que hemos cotizado menos que el resto de los países, que hemos pagado menos impuestos que los demás, que hemos permitido entrar a demasiados inmigrantes, etc. Hoy descubrimos que esa turba es trina, tiene tres caras y una de ellas pertenece al PP que se suma a las homilías religioso-políticas del PSOE para fustigar sin piedad al trabajador y condenar al parado.
 Pero, ¿qué hay de cierto en sus reproches? Es posible que los españoles vivieran por encima de sus posibilidades, no lo niego; pero no es menos cierto que nosotros no hemos construido más de 50 universidades inservibles (ninguna se encuentra entre las 200 mejores del mundo); no hemos construido líneas del AVE convirtiéndonos en el segundo país del mundo con más líneas (después de China);  tampoco hemos politizado las Cajas para convertirlas en cajas fuertes de las CCAA y los sindicatos; no hemos creado la LOGSE, la LOE y demás monstruos para directamente mandar al paro a nuestros estudiantes; no hemos permitido que un alcalde se ponga el sueldo; no hemos destrozado la Sanidad y la Educación pidiendo las competencias al Estado para luego querer devolverlas como si aquí no hubiera pasado nada; tampoco hemos sido nosotros los que hemos pedido que el voto de un vasco valga más que el de un canario, o que el voto de un canario votante de UPYD valga menos que el de uno votante de Coalición Canaria; no somos nosotros los que tenemos cinco coches oficiales por si se estropea uno; no somos nosotros los que hacemos desaparecer 7.000 millones de euros de una Caja Pública y queremos pasar página; tampoco hemos sido nosotros los que hemos construido aeropuertos con 115 pasajeros mensuales; y creo no equivocarme si aseguro que no  hemos politizado los tres poderes públicos por si acaso nos coja el poder judicial, ni hemos gritado al respecto aquello de lo que presumía Alfonso Guerra: "¡Montesquieu ha muerto!"; no es nuestra culpa que hayan más embajadas de las CCAA en el mundo que españolas; tampoco que se hayan creado televisiones a mansalva para lanzar mensajes de tranquilidad a la población en caso de que se le olvide quién manda; no tengo noticia de que exista un sólo ciudadano que sea favorable a que un partido político no se autofinancie; y creo que no hemos dado dinero público a los sindicatos (en Alemania se autofinancian); tampoco cerramos ambulatorios para poder doblar al catalán películas que se entienden en español; no se nos preguntó sobre la aprobación en el Senado de un sistema de traducción simultánea entre españoles que se niegan a hablar el idioma común; por no hablar de la corrupción; etc., etc.
Lo que sí me consta que hacen los ciudadanos es pagar todo lo anterior con el sudor de su frente. A estas alturas de la película creo que a nadie se le esconde que nuestro sistema estatal es a duras penas sostenible. Tenemos un Estado demasiado grande y pesado, mastodóntico, que busca sobrevivir a pesar de sus ciudadanos. El gran Jean-FranÇois Revel lo llamaba "Estado megalómano".
Por su parte, nuestros políticos han convertido la democracia en una teocracia, se niegan a hacer las reformas necesarias intentando convencernos de que el sistema autonómico responde casi a un designio divino ("consustancial a España" creo que fueron las palabras del ministro Montoro). Por supuesto, se han hecho ricos a nuestra costa y no van a desmontar este régimen venido a menos. 
No sé cómo estarán viviendo la crisis las demás Comunidades Autónomas, pero aquí en Canarias está resultando brutal. Aunque tuvimos un golpe de suerte, la solución a todos los problemas vino de la mano de Paulino Rivero que cuando peor estábamos creó un nuevo cuerpo de policía: la policía canaria, que se sumaba a la guardia civil, a la policía nacional, a la policía local y al G.O.I.A. (Grupo Operativo de Intervención y Apoyo -policías locales con poderes nacionales-). Así y todo, esa nueva policía no sabía qué competencias asumir porque ya estaban todas cogidas. Finalmente, creo que don Paulino los metió en Hacienda para perseguir al defraudador ¡Cómo no! No vaya a ser que algún ciudadano bribón pretenda quedarse con lo recaudado...
Por si fuera poco, Arriola, el asesor del PP, ha asegurado que "No tenemos que avergonzarnos del nivel de nuestros políticos" ¡Vaya hombre! Supongo que entonces sólo nos queda expresar nuestro agradecimiento. Recemos juntos: 


Estado nuestro,
que estás al acecho,
glorificado sea Rajoy;
vivan de nosotros tus taifas;
hágase tu voluntad 
así en mi casa como en mi bolsillo.
Danos hoy nuestros tres parados al minuto;
perdona nuestras deudas,
como  también perdonas las de Bankia;
no nos dejes caer en la inflación,
y líbranos del rescate.
Amén.



jueves, 5 de enero de 2012

Todo cambia-Mercedes Sosa


Para los que desean que el 2012 traiga cambios  (como yo) y para los que no saben qué hacer con tanto cambio... Mis mejores deseos para todos, ojalá que el nuevo año les traiga sólo lo mejor.

viernes, 4 de noviembre de 2011

ETSI DEUS NON DARETUR




"Es conveniente tentar a los dioses, cuanto más a menudo
mejor, y no dejarlos en paz ni un momento. Duermen demasiado
y dejan al ser humano solo en la balsa de sus hermanos moribundos."
 
ELIAS CANETTI, La provincia del hombre




Tengo la extraña teoría -no por ello incierta- de que a través de Jorge Luis Borges se puede acceder a casi todos los saberes profesados por el hombre; por supuesto, la religión no es una excepción a esta regla. Recuerdo muy a menudo su definición de fe católica: "conjunto de imaginaciones hebreas supeditadas a Platón y a Aristóteles". Creo no haber leído nunca una mejor, ni tan siquiera la escrita por San Pablo, aquella que recogerá tiempo después Dante Alighieri en su Divina Comedia.

Nunca he entendido cómo a pesar de que se puede detectar a la perfección la simiente de una idea religiosa siempre hay quien insiste en seguir creyendo en ella con la ciega pasión de la fe, sobre todo, cuando su origen apunta a una indudable autoría humana. Es muy posible que los religiosos más avezados apunten aquí que las ideas son las que son por mandato divino, es decir, que Platón sirvió a la Providencia por medio de San Agustín; y Aristóteles lo hizo por medio de Santo Tomás de Aquino. Afirmar esto último equivale a justificar los crímenes cometidos por la Iglesia en nombre de Dios, puesto que no fue en absoluto fácil dar cada uno de los pasos que se dieron, pero ¿en qué consisten esas creencias? ¿En qué creen los que creen? Es muy difícil responder a la pregunta, sin embargo hay quien ha sintetizado el asunto.

Según Bertrand Russell todo cristiano debe creer al menos en tres cuestiones: 1. Debe creer en Dios; 2. Debe creer en la inmortalidad de las almas; y 3. Debe estar convencido de que Cristo es el mejor de los hombres o, al menos, el más sabio de cuantos hayan existido. Partamos de estas tres afirmaciones.

DIOS
 
Siempre me ha impactado aquella declaración que aparecía en Los Hermanos Karamazov de Dostoievski donde se afirmaba que sin Dios "todo está permitido", sobre todo teniendo en cuenta que es la aparición de Dios la que hace posible cualquier otro suceso en el plano de la realidad por irreal que éste sea: los milagros son el mejor exponente de ello. El filósofo David Hume es tajante en este sentido y describe magistralmente el proceso que guía a los milagreros y a los creyentes en general a partir de emociones de asombro y sorpresa: "Un beato puede ser un entusiasta e imaginar que ve lo que de hecho no tiene realidad. Puede saber que su narración es falsa, y, sin embargo, perseverar en ella con las mejores intenciones del mundo para promover tan sagrada causa, o incluso cuando no caiga en esta ilusión, la vanidad, movida por una tentación tan fuerte, opera sobre él con mayor fuerza que sobre el resto de la humanidad en cualquier circunstancia, y su interés propio con la misma fuerza. Sus oyentes pueden no tener suficiente juicio para criticar su testimonio. Por principio renuncian a la capacidad que pudieran tener en estos temas sublimes y misteriosos. O incluso si estuvieran muy dispuestos a emplearla, la pasión y una imaginación calenturienta impiden la regularidad de sus operaciones. Su credibilidad aumenta su osadía. Y su osadía se impone a su credulidad."

Por otro lado, y volviendo a Dostoievski, es cierto que en el fragmento citado no hacía sino reafirmar el carácter ético -o moral si se prefiere- de las religiones; pero ni tan siquiera desde el punto de vista ético se puede uno agarrar a un asidero consistente ante la idea de Dios porque hasta donde sé la Biblia sufre de contradicciones continuas. Pongámonos en el lugar de los que creen: el problema no está en que Dios "dejara" un libro explicitando sus deseos; el problema reside en que nunca ha hablado ni dado muestras de vida y, por tanto, sus deseos -si es que los tiene- pueden ser siempre interpretados a voluntad del lector o del creyente. De ahí que toda teología no sea más que pura metafísica del ruido. Y es que como afirmó el poeta Shelley "Dios es una hipótesis y, como tal, requiere prueba". Hecho en el que los creyentes nunca insisten; eso sí, parece que cada religioso posee una hipótesis propia de la idea de Dios lo que imposibilita una definición homogénea y, dicho sea de paso, un abordamiento científico y racionalista de la cuestión. En otras palabras, el objeto de estudio de las religiones no puede ser percibido a través de los sentidos: lo que ha dado definiciones muy diversas de aquello que muchos llaman Dios. Al final, todo se reduce a aquellas famosas palabras de Mauthner: "Las palabras son dioses; pues los dioses no son más que palabras", y como tales, pueden darse tantas interpretaciones de lo sobrenatural como relaciones sintagmáticas se puedan formar. Es aquí donde muchos partidarios se empeñan en abordar el tema asegurando que si bien es verdad que no tenemos pruebas de la existencia de Dios, la negación es igual de válida para la idea contraria, es decir, tampoco tenemos pruebas de su inexistencia. ¡Acabaramos! Pero es que los que tienen que demostrar su existencia son los que afirman que existe, ya que para los ateos no hay nada que demostrar. Todas las dudas que los ateos plantean no surgen espontáneamente, sino de las afirmaciones impuestas por los religiosos, nunca al revés, es importante subrayarlo. Unas y otras quedaron recogidas en el siglo XVIII en la llamada Biblia atea del Barón d'Holbach: "Si es infinitamente bueno, ¿qué razón tendríamos para temerlo? Si es infinitamente sabio, ¿por qué inquietarnos por nuestra suerte? Si lo sabe todo, ¿por qué advertirle de nuestras necesidades y fatigarlo con nuestras plegarias? Si está por todas partes, ¿por qué levantar templos? Si es el señor de todo, ¿por qué hacerle sacrificios y ofrendas? Si es justo, ¿cómo creer que castiga a las criaturas que ha colmado de debilidades? Si la gracia lo hace todo por ellas, ¿qué necesidad tendría él de recompensarlas? Si es todopoderoso, ¿cómo ofenderlo, cómo resistirse a él? Si es razonable, ¿cómo montaría en cólera contra los ciegos, a los que ha dejado la libertad de ser irrazonables? Si es inmutable, ¿con qué derecho pretenderíamos nosotros cambiar sus decretos? Si es inconcebible, ¿por qué ocuparnos de él? Si ha hablado, ¿por qué no está convencido el universo? Si el conocimiento de un Dios es el más necesario, ¿por qué no es también el más evidente y el más claro?". Toda prédica cristiana exige de una respuesta a cada una de las cuestiones arriba señaladas, es lo mínimo exigible cuando se intenta convencer a un interlocutor de la posibilidad de lo imposible...

JESUCRISTO
 
Por muy buen tipo que fuera Jesús, no me encuentro entre los que creen que es el mejor de cuantos hayan existido. Admito que el defecto es mío, no de Jesús. Generalmente, la inteligencia supone uno de los requisitos esenciales para que alguien se lleve mi admiración. El Nazareno no predica la inteligencia, sino la subversión al Estado. Son muchos los pensadores que han encontrado similitudes entre el Cristianismo y el marxismo, Leslie Stevenson es uno de ellos. Escribe Stevenson: "Tenemos aquí dos sistemas de creencia cuyo alcance es total. Ambos, cristianos y marxistas, afirman poseer la verdad esencial acerca de la totalidad de la vida humana; sostienen algo acerca de la naturaleza de todos los hombres, en todo tiempo y lugar. Y estas concepciones del mundo no sólo exigen consentimiento, sino también acción; si uno realmente cree en una de esas teorías, debe aceptar que tiene implicaciones para su propia forma de vida", y prosigue Stevenson "observemos que para cada uno de estos sistemas de creencia existe una organización humana que exige la obediencia de los creyentes y mantiene una cierta autoridad tanto en la doctrina como en la práctica".

Además, creo que el Cristianismo debe más a pensadores como Platón o Zenón de Citio que al propio Cristo. Habría que distinguir al Jesús histórico del Jesús legendario o mítico. El Jesús histórico, según los Evangelios sinópticos, tiene más de zelota mesiánico que de pacifista oriental -tal y como la obstinada cultura occidental sostiene-; el Jesús legendario, según el Evangelio de Marcos y el testimonio de San Pablo, choca directamente con la Razón y con lo poco que sabemos del Jesús histórico. Estos últimos hacen del secreto mesiánico el centro de todas sus justificaciones teológicas. Los secretos, per se, no justifican nada, lo hacen los argumentos.

LA INMORTALIDAD DEL ALMA
 
¿Somos realmente inmortales? Afirmar que el alma es inmortal equivale a matar a la muerte convirtiéndola en simple tránsito. Este asesinato se justifica desde el punto de vista humano, no del divino. Tememos a la muerte porque sabemos todo lo que implica vivir, se trata de algo demasiado valioso como para que pueda desaparecer del todo... Miguel de Unamuno es quizá el mejor representante de este temor humano a la desaparición absoluta del Yo, en su obra Del sentimiento trágico de la vida escribió: "Porque para mí, el hacerme otro, rompiendo la unidad y la continuidad de mi vida, es dejar de ser el que soy; es decir, es sencillamente dejar de ser. Y esto no; ¡todo antes que esto!". En efecto, este sentimiento agónico del escritor lo sufrimos todos en mayor o menor medida.

Por otra parte, hay quien ha querido ver ante semejante invención escatológica el miedo a no contar para los otros, para nuestros semejantes, que al fin y al cabo son los que nos hacen específicamente humanos, en palabras de Fernando Savater: "La sociedad humana no sólo es cooperativa como cualquier otra de las agrupaciones zoológicas (remotamente) similares sino también coloquial: cada uno de nosotros crece alimentado por las aportaciones simbólicas que recibimos de los demás y por el reconocimiento que ellos tributan a nuestra integración en la común humanidad".

¿Qué se gana matando a la muerte? La tranquilidad que produce el descreimiento de una muerte injustificadamente propia. El tema está por estudiar, como dijo el gran Elias Canetti: "Tampoco se ha meditado a fondo sobre las consecuencias racionales de un mundo sin muerte".