No a la Ley Sinde

jueves, 24 de febrero de 2011

Feliz viaje, amigo


Según Montaigne, en el Capítulo XXVIII de su Libro Primero, "lo que llamamos generalmente amigos y amistades, no son sino relaciones y conocimientos entablados por alguna casualidad o conveniencia, mediante la cual enlázanse nuestras almas.", y aunque es una definición algo fría, no le faltaba razón.

En la vida existen dos tipos de familia: la familia de acogida y la familia escogida. La primera, la de acogida, está contituida por el conjunto de familiares que vemos nada más nacer: nos educan, nos crian, nos protegen o sobreprotegen, y eventualmente nos quieren; la segunda, la familia escogida, está constituida por aquellas personas que elegimos como familia, que entendemos como allegados, personajes indefectibles de nuestra historia profunda, sin los cuales, ésta sería imposible.

Hoy me entero de que mi mejor amigo se marcha para, a modo de Ulises, encontrar un lugar en el que poder establecerse. Uno no valora a las personas importantes hasta que prevé su ausencia, es justo en ese momento en el que sientes que algo te falta: una conversación superflua de lo más interesante, un debate profundo de lo más vanal, escuchar problemas (parte fundamental de todo proceso amistoso), celebrar alegrías (parte más fundamental si cabe), recordar momentos que desearías olvidar, como aquella vez en la que aquel sacerdote jesuita de ojos extraviados se empeñó en hacer preguntas sólo a uno de los dos, pero claro ¿A cuál de los dos? Estábamos sentados juntos en la mesa, ninguno de sus ojos miraba en nuestra dirección y el pobre hombre esperaba una respuesta...

Sólo espero que esta no sea una despedida completa, sino parcial. Aquello que te escribía en las postales de cumpleaños, aquel latiguillo con el que acababa todos mis buenos deseos, aquel "y que yo lo vea", siempre pecó más de promesa que de amenaza.

Gracias por todos estos años de amistad, te deseo la mejor suerte del mundo y que tengas un feliz viaje, amigo.

viernes, 18 de febrero de 2011

Battlestar Galáctica (2003)

Battlestar Galáctica no es una serie cualquiera, suelo recomendarla porque es una suerte de serie teológico-filosófica con pinceladas míticas y con una trama que recuerda muchísimo a la triste historia humana.

El argumento es sencillo y repetido: los humanos crean una raza de robots llamada cylons. Los cylons, cansados de vivir bajo el yugo del padre deciden independizarse, pero les falta algo... ¡Ah sí! Matar al creador para que el hijo pueda ser Hijo, es decir, criatura plena. Hasta aquí pensamos en Nietzsche y en Freud; pero la cosa se complica: resulta que la Humanidad es politeísta y la nueva raza de robots monoteísta, tema que aparecerá como telón de fondo durante toda la serie. Así que las máquinas se cuelan en el sistema de seguridad del Ministerio de Defensa y vuelan los diversos planetas ocupados por las Doce Colonias de Kobol activando la explosión de miles de bombas atómicas, el resultado es una flota de naves comandadas por Galáctica huyendo por el espacio con lo poco que queda de esa civilización, mientras es perseguida por otra bélica civilización.

Mi primera incursión por la literatura sobre la temática del creador que tarde o temprano se enfrenta a su criatura vino de mano de la obra Yo, robot de Isaac Asimov. Se trata de un compendio de narraciones entrelazadas que giran en torno a este mismo tema, sin duda mi preferida es "Razón" donde un humanoide razona sobre su superioridad frente a la del hombre:

-Fíjate en ti- dijo finalmente-. No lo digo con espíritu de desprecio, pero fíjate bien.
El material del que estás hecho es blando y flojo, carece de resistencia, y su energía depende de la oxidación ineficiente del material orgánico... como esto -añadió señalando con un gesto de reprobación los restos del sándwich de Donovan-. Entráis periódicamente en coma, y la menor variación de temperatura, presión atmosférica, la humedad o la intensidad de radiación afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables.
>>Yo, por el contrario, soy un producto acabado.

Este mismo escrito daría pie, años después, a la aparición de un anuncio de BMW, la famosa firma automovilística:



Después vendrían muchas más lecturas, desde el mito de Pigmalión, pasando por la obra Pigmalión de Bernard Shaw, la enigmática El Golem (Der Golem) de Gustav Meyrink, o la "nivola" Niebla de Unamuno, donde su protagonista, Augusto Pérez, decide enfrentarse al escritor vasco, su creador, para pedirle explicaciones. Más adelante aprendería junto a Bertrand Russell que todo creador exige de otro y así ad infinitum, idea clave para interpretar Galáctica.

También en el cine se ha tratado esta temática, clásico es el monólogo de Roy en la película Blade Runner dirigida por Ridley Scott:

Battlestar Galáctica (2003) trata sobre nosotros, sobre el racismo, sobre Presidentes inútiles, sobre el honor y su defensa, sobre los valores en tiempos difíciles, sobre la tensión que implica el liderazgo... Tengo para mí que el tema central de la serie rebasa toda ciencia ficción. Al final uno tiene la impresión de que la Humanidad huye de sí misma, de que los peores enemigos de los tripulantes del Galáctica no son los cylons, sino las malas decisiones del pasado que siempre vuelven. Mi recomendación queda ahí, la serie no defrauda.