Massimo Cacciari ha llegado a afirmar que el espíritu de Europa y su concepto nace en Grecia junto a la autonomía de la Razón en oposición a los dislates de la religión, de los dogmas o de lo sagrado. El poeta clásico Tito Lucrecio Caro es el paradigma de esta afirmación. Leer su obra De rerum natura ("De la naturaleza de las cosas") es incurrir en una suerte de intentos racionales por ayudar al temeroso -al lector- a despejar cualquier duda que pueda tener, pues el desconocimiento se transforma siempre, tarde o temprano, en miedo infundado.
La obra citada consta de seis libros y, a pesar de ser atomista y de seguir a su maestro Epicuro, el poeta romano da verdaderas muestras de ser un adelantado a su tiempo. Por encima de todos sus esfuerzos se destacan dos nada desdeñables: 1. su defensa del ateísmo, donde hace apología de la Razón, casi, casi preludiando al propio Kant y al lema de la Ilustración por él preconizado Sapere aude! ("¡Atrévete a saber!"); y 2. su defensa de la finitud o mortalidad del alma, donde sostiene que como no hay alma tampoco hay más allá, y por tanto, nada que temer: Animam esse mortalem fataere necesse est.
Por otro lado, fue Cacciari el que también definió a Europa como "libertad que libera", es decir, libertad que estriba sobre la necesidad de liberarse a uno mismo y a otros a un tiempo. Y esto también es perfectamente reconocible en Lucrecio:
Deja de desechar, despavorido
de aquesta novedad, la razón misma;
pésalo tú con juicio más delgado,
abraza mis verdades si son ciertas,
o ármate contra ellas, sin son falsas;
con la razón el ánimo examina
lo que hay del otro lado de los muros
del orbe, en los espacios infinitos,
hasta do quiera penetrar la mente,
y el espíritu libre remontarse.
Se aprende a caminar caminando, a montar en bicicleta montando y a estudiar estudiando; la felicidad de leer La naturaleza de las cosas sólo es comparable a la felicidad sentida por quien se sabe un poco más libre tras su lectura.